martes, 20 de diciembre de 2011

"  Las hojas de otoño volaban de tal modo sobre la acera iluminada por la luna que la muchacha parecía venir en una alfombra rodante, arrastrada por el movimiento del aire y de las hojas. Con la cabeza un poco inclinada se miraba los zapatos, rodeados de hojas estremecidas. Tenía un rostro delgado y blanco como la leche, y había en él una tierna avidez que todo lo tocaba con una curiosidad insaciable. Era una mirada, casi, de pálida sorpresa; los ojos oscuros estaban tan clavados en el mundo que no perdían ningún movimiento. Su vestido era blanco, y susurraba."

"  A la luz de la llamita, dos piedras lunares miraron a Montag, dos pálidas piedras lunares en el fondo de un arroyo de agua clara sobre el que corría la vida del mundo, sin tocar las piedras..."

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