domingo, 29 de mayo de 2011

almibarando tu suéter en el garage


Que posición insólita y forastera, que porquería, que confusión. Me tomo la botella como Alicia en su país y muerdo la angustia barajando las cartas del amor.
Desde el subterráneo puedo divisar el paso de dos trenes en dos minutos. Absolutamente trasgrediendo las vías férreas. Pero ambos pasaron del otro lado, y yo seguí sentada esperando su paso próximo pero por mi carril. ¿Por qué no me toca a mí esta vez? Es como el cierre de tu sobretodo cuando se traba en la mitad de camino; cuando la leche se escapa de la taza y volcas el enfurecer maldiciendo la estratósfera. ¿Qué es de todo lo que no estoy mirando? Nunca sueltes tu grito al viento por que yo también lo quiero escuchar. ¿Cuántas millas caben en el colchón? No me tragues del todo que la superficie también es mía. Si quieres hundirte, creo que prefiero quedarme en la arena, calentando mis pies. Seres que percibimos que razonamos que no paramos de pensar que gritamos que lloramos que cantamos que decimos que liberamos que abrazamos que somos besados que besamos que estornudamos que escupimos que temblamos que deseamos que alcanzamos que no alcanzamos nada que nos derretimos. Seres indiscutibles que discutimos que respetamos que merecemos; que bebemos que saboreamos que inclinamos nuestras panzas al rose del viento. Creo que estoy enamorándome de la vida.
El cielo estrellado dentro de mí.
descargando, uno, dos tres y cuatro

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