Y yo sigo devorando cacao a puro frenesí. Ingiriendo las exquisitas confituras de cacahuate y peregrinando distintos sabores. ¿Es qué trasladaré allí algún otro deseo?
Mastico la contienda que se genera súbitamente, como un estuche que engloba envases de cristal. Me apetecería barnizar la imagen y que se detenga, intacta. Que la molestia repentina desaparezca como el aguacero.
Él calibra una distancia mundana y atractiva, entretanto planea encontrarse con lo bestial. Arrebata de mis manos el chocolate que permanece tenue, y aniquila la brazada más riesgosa, a tal punto que no sabe lo que es capaz de hacer en mí. Carnal y lujurioso chocolate con almendras; sensación prematura de un ángel que todavía no ha nacido. Ni siquiera llega a ser un embrión, pero tiene muy bien sabido que es lo que busca.
Hasta que lo obtiene, pero el cacao ya se ha derretido con el calor de sus manos. Como quemarse con tu propia trampa. Que truco mas adverso, ¿no?

No hay comentarios:
Publicar un comentario