Galileo expuso: “Mide lo que se pueda medir, y lo que no se pueda medir hazlo medible” Creo que si lo llevamos un poco a la experiencia de día a día, podremos ubicarlo en un marco con tendencias de ánimos esperanzadores. Siempre se hace lo que se puede, pero lo que no… ¿Porqué no intentarlo?
Galilei descubrió que Júpiter tenía cuatro lunas. La tierra lleva por sobre su cabeza, una sola, y una radiante. “Porque quieren juntar almas en soledad” dice la canción de León, y con esta me detengo. ¿Precisamos realmente otro ser? ¿Enamorarnos? Quizás un planteo que nunca me he hecho, debidamente a que lo sostenemos como natural. Igual que las escuelas. La tierra tiene una luna, una sola. La gente busca una persona, una sola. Júpiter tiene cuatro lunas, ¿será qué tienen otra opción?
Cuando leemos un libro es posible que tengamos en mente ciertos aspectos imaginarios, como por ejemplo, el espacio donde ocurre la escena. Pero siempre se altera, ya que proyectamos en mente ciertos aspectos que luego se reconfiguran. Como ejemplo: la narración nos indica una mesa. Al tiempo el personaje entra y toma un vaso que estaba ya sobre la misma mesa. Nunca imaginamos que sobre esta se hallaría un recipiente. Pues es así que siempre se instalan, con el correr de los párrafos, movimientos e innovaciones mentales. Y me hace acordar, ciertamente, al plano secuencia dentro de algún film. Observamos como el personaje va cambiando de lugar, y sin embargo la cámara siempre está con el mismo. Los diferentes objetos van apareciendo como cuando leemos. ¿Puede hacer el amor lo mismo? He mencionado ya que las sensaciones resultan de manera crónica, pero ¿tan fácil cambiamos de idea? Como cambia, seguidamente, la imaginación actoral proveniente de algún relato.
¿Yo me muevo para entrar en las ideas, o las ideas se desplazan para entrar en mí? Se vincula un poco con el argumento: destino. ¿Es el hado quien viene hacía nosotros, o nosotros vamos hacía la ventura? Diariamente o mensualmente, hasta podría hacerse un calendario especulativo, sobre como van rotando nuestros ideales o raciocinios. Y a veces me tomo de la mano con la fe, que me lleva a la convicción de mis propios dogmas interiores y subjetivos. Entonces, uno podría declarar, que al cambiar de ideas (quizás por experiencias vividas) hemos avanzado un casillero en el camino del destino, y un mar en la propia mundología. Es decir, vamos hacía las ideas. Aunque podríamos expresarnos de manera más metafórica: Sobrellevamos debajo de nuestros pies un extenso camino de propia sabiduría y pasión que, caminamos diariamente, y así pespunteamos reflexiones. Es como cuando uno medita: las ideas vienen a nosotros, como si viajaran para encontrarnos. De aquí podríamos extendernos y tantear la histeria. Pero ese es otro tema.
Luego llegó Newton. Formuló lo que llamamos: ley de gravitación universal. Esta ley menciona que cualquier objeto atrae a cualquier objeto con una fuerza que aumenta cuanto más grandes sean los objetos y que disminuye cuanto más distancia haya entre los objetos. Ahora apliquémoslo a dos seres con atracción mutua. Cuanto más grande es el deseo de ambos mas cerca estarán. Por el contrario, la distancia impactara la lejanía.
Se dice que esta idea se le ocurrió una vez que estaba sentado bajo un manzano. Al ver caer una manzana del árbol, tuvo que preguntarse si la luna era atraída hacía la Tierra por la misma fuerza y si era por eso por lo que la luna seguía dando vueltas y vueltas alrededor de la Tierra eternamente. Quizás podemos llevarlo al estar constantemente pensando en alguien. Dando vueltas y vueltas, cercándola.
¿Pero no acabaría la luna por caer en la Tierra? ¿No nos someteríamos a esa persona absolutamente todo el tiempo, hasta entrar en el abismo? La luna no cae por que actúan dos fuerzas. Primero es atada hacía la Tierra debido a la fuerza de gravedad, pero también existe la Ley de la inercia, que en palabras de Newton dice así: “Todo cuerpo sigue en su estado de reposo o de movimiento rectilíneo uniforme mientras no sea obligado a dejar ese estado por la acción de fuerzas exteriores”.
De modo que es poco probable que caigamos en el abismo, en el enterrarse para y con otra alma, si llevamos con nosotros nuestro propio ser y el poder de decisión. Mientras no seamos obligados a dejar nuestro estado por la acción de fuerzas exteriores.
La vida está compuesta por una cadena de casualidades. Habría que preguntarse si no existe una especie de providencia divina que está detrás de todo esto.
Carpe diem, individuos.
Solo tengo una sonrisa y espero una de vuelta.
Así que agarra tu maleta, el bulto, los motetes, el equipaje, tu valija, la mochila con todos tus juguetes. Y vamos a darle la vuelta al mundo.
Y un día decidí hacerle caso a la brisa, irme resbalando detrás de tu camisa. No me convenció nadie, me convenció tu risa.
La nieve que maquilla mis montañas.
Me encantó esta entrada nena.
ResponderEliminar