viernes, 3 de febrero de 2012

No, nunca la abandones, puentes amarillos.

Se sacó los hombros, canalizó todo su esfuerzo y rabia en un desenlace trágico, apuntó con su orquesta de veneno al pudor del hombre sanguinario, y retorció el intestino de todos aquellos que la miraban. Presuntuosa, emigró a donde esos hombre no fueran capaces de verla y les pidió perdón, irónica y maltratada. Reía sin sabor a nada, con olor a porquería de grifo, y sacudía las lentejuelas que Dios le había concedido.
Pero Dios no existía. Sin embargo lo avergonzó frente a toda la humanidad y se sacó la piel, destornilló su ira y se desnudo cruel y completamente. "Acá tenes" dijo, mientras se sinceraba con una mirada tan oscura y penetrante como la del mismismo universo.
Dios, que no era mas que influencia humanitaria, cultural, histórica y retórica de la época y por ende, de sus propia cabeza, no meneó ni siquiera la nuca. Por que claro, era sólo el universo ante ella, mujer de espaldas de cobre que había nacido en un vejestorio y sólo había convivido con historias de barro, preguntándose qué carajo era la Biblia y por qué Freud repartía datos en un psicoanálisis que abarcaba la mente humana, cuando la gente debería tomarlo como estudio y no cómo forma de convivir consigo misma. Indagándose y llorando frente a los prostíbulos que almacenaban las miradas de los hombres que la había visto crecer o cruzar la calle. Era más hermosa que el viento pero su alma estaba sucia de escremento humanitario.
"Dejá a la vida en paz porquería de fantasía".
Ella, cruzó el puente amarillo que construyó con su propia mente y cuando miró atrás dijo abiertamente: "carajo, o estoy en el cielo o soy la muerte que la imaginación no se animó a buscar"

1 comentario:

  1. Me robaste mis pensamientos de Freud.
    Que bichita linda que sos.

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