Antes fui un clavijero y un tranvía. Me transformé en tren el verano pasado cuando mamá no reía y las distancias se entusiasmaban con el abrir y el cerrar de las discusiones. Fui vela y arado; refulgente fuego apasionado que a veces se pulverizaba o se entremezclaba con el azul de la pequeña llama. Para ese entonces ya no era más roca.
También fui probando, me dispuse a ser un rato árbol, un rato hierba. Pero no duró, ya que no lo sentía demasiado puro. Entonces fui cigarrillo y fui luna. Fui camino, fui oportuna.
Quería ser vuelvo pero no podía. Así que me transformé en barco. Pero estaba en el océano desconocido e hizo falta que fuera algo alternativo.
Entonces me hice bote. Un bote sin remos, donde fluí por el río. Dentro de su río. Hasta que ayer encontré los remos, al otro lado del río, y ahora quiero volver de nuevo a mi camino.
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Esto es algo hermosísimo, tengo que felicitarte con muchos abrazos.
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