Es un domingo 2 de oct., donde el atardecer se ve lujurioso y apetecen sandias. El sueño acecha la mente pero no hay voluntad para dormir. Debería haber voluntad para crear, para morir, para destellar arte. Pero es un domingo donde el Sol arrebata los corazones.
Poco a poco el domingo va dejando de ser el séptimo día para volver a convertirse en la rutina de un lunes. Pero a veces se le escapa a la rutina. Mañana es rutina.
Entonces un aro de luz entró por la ventana para decirme que la rutina no tiene sentido, que es una creación ficticia de algunas responsabilidades. Sean ya cosas que nos gustan o no. La dulce niña dijo que espera que las costumbres se quebranten para que aquel destello de luz la ilumine. Para que le muestre que hay un sentido, una finalidad primordial. Para que la nutra de ideas positivas y enérgicas.
Entonces el pájaro que estaba posado sobre el jacarandá cantó. Y decía que hay que confiar en uno . Unirse con el cielo. Pero que seguramente, cada ser tenia su propia estrategia para sobrevivir y sobre todo, para vivir. Que no todos sentimos ni vivimos igual. Que la rutina es el escenario de nuestro templo sumergido en el mar
Ella trata de escuchar al pájaro. Cree en él. No se da por vencida. Tiene en claro que su forma de percibir la vida hoy no es la perfecta, la ideal. Y de repente piensa: menos mal que aún hay pajaritos que cantan.
De repende la ventana se cerró. La costumbre se instauró, el alma se torció y ella se miró las manos. ¿Hay manos cómo estas? se preguntó- Ella abrió la ventana por propia voluntad
Abrió la ventana y vio que había luz todavía y que la noche se apresuraba en puntitas de pie. Miró sus manos otra vez, llenas de caricias para dar. Esperando el cuerpo que rozar.
Y el Cielo que miraba de reojo suspiró, inhaló y dijo: rozame a mí que te miro todas las noches cuando te cambias, cuando mojas tus pies en agua, cuando bebes té. Mirame a mí, acá. Casi llorando, se contuvo, para que no llueva.
Pasó un panadero volando y ella en el balcón le gritó: HEY vos! mensajero de los deseos, decile a la Luna que necesito amor verdadero.
La Luna, desde su cráter más profundo lanzó un rayo sobre su cabellera. Ahora lee en su patio de flores prematuras un libro para encontrar su justo equilibrio. Para encontrarse. Sus ansias y deseos giran al rededor de eso: ¿se conoce lo suficiente? O de lo contrario, ni ella ni la Luna saben quien en verdad es.
La ventana quedó abierta, y la vida le envió esta canción
escuchala le dijo, cerrá los ojos
que algo vas a encontrar.
Adiós, y se despidó hasta el próximo domingo, que serian de ahi en más
sus días preferidos
Nunca en su vida escuchó esa canción y hoy, hoy le cayó desde un angelito para decirle que abra los ojos.
Entonces dicen chau entre sílabas anglosajonas y besos de computadora.
Fin.
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Nos quedó muy bien ¿no?
ResponderEliminar¡Qué cosas lindas se pueden sacar de un simple domingo!
Te amo mucho bombonazo.
ile.