Me encimo por la carretera de tu espalda, simulando ver algo nuevo. Pero no veo nada, por que en realidad, no te conozco.
Me resguardo frente a la única posibilidad de que algunas personas tomen ciertas iniciativas, sean osadas de hacerlo, sin interés común. Una decisión que se toma de a dos es como enroscar ambos cuerpos. Si el problema del libre albedrío no fuera tan complicado como en verdad lo es, mi resumen se congelaría en una sola característica: seguir a la energía del color. Sí, se resume en una frase un poco personal, pues eso es lo que siento cuando, llegado el punto, parto desde mi origen hacía el comienzo de algo nuevo.
Desde ese partir se perfila el perdón, el caos, la caridad y lo aceptable. El movimiento surge estratégicamente sobre una base de remordimientos o culpas internas. Allí se crea la iniciativa misma del perdón, accionando de manera refutable, pero teniendo en cuenta el motivo por el cual hacemos ciertas maniobras. Los seres humanos somos como disparos crónicos, ya en cuanto a los sentimientos, pensamientos o mismo como desde lo corporal. La mente y el cuerpo se relacionan, conjuntamente, como declaraba Galeno. Y es algo de lo que me he quedado pensando; pues somos uno, y nuestro cuerpo y mente no difieren si no que se unen, y desde allí tomamos decisiones.
Es difícil tragar etapas. Me refiero a que constantemente tomamos decisiones que parten desde un mismo origen y cuando palpamos los mismos temas estamos dentro de un período análogo. Más sencillamente: entramos en ciclos donde surgen cuestionamientos diversos y preguntas semejantes, pero todas relacionadas con situaciones que se vinculan. Puede ser desde una situación humana y personal, o bien desde alguna incógnita ecuménica. Y emergen sentimientos propios de las experiencias. Bien, la caridad es un simple ejemplo de conmoción.
Entonces surge el asombro, junto con la duda que respecta a distintas reflexiones y la conmoción, terminando el circuito. Podemos atravesar, y somos capaces e intuitivos de hacerlo, situaciones que no se caracterizan como límites, pero sí hace que nos situemos en el pensar mismo. Pero, ¿Cómo sabemos que lo que decidimos esta bien? Es un riesgo, claro está, pero ¿no sienten una energía a la hora de tomar una resolución? Puedo pararme, o hacerlo después. Todo depende de lo que haga. Pero a veces es como si mis piernas se elevaran solas, por propia iniciativa, claro, o mas bien por un caso externo. No creo es un Dios, pero me asemejo a veces, ya que casi estimaría al universo y a un poco a lo trascendental. No hablo de divinidades, sino de energías. Firmezas impetuosas que me conducen por el mismo camino del Tao (camino). Probablemente tengan que pasar años, aunque me estiro más al pensar en días, para que descubra que es aquello que siento. Pero estoy segura que mas allá del cielo, se presenta algo atractivo y oculto.
Voy a recitar un caudal de palabras de amor para que aprecies esta vida, y encontraré la forma para desembocar en tu silueta de metal. Nadaré y naceré cada vez que pueda, aún sabiendo que hace ya hace rato que conozco este mar. Hundiré tus pies meticulosos en la espuma de barro que se genera rozando nuestros ombligos, para que sientas el camino realizado.
Descubrirás tus pétalos al ingerir mi boca y contraerás mariposas.
Primero quiero que sepas que no nos conoces como yo conozco tu tronco. Y el mentalizarse el abismo entre ambos es construir un puente comestible. Para así estrecharnos en armonía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario